Más que una exhibición, el proyecto busca visibilizar las historias y emociones de quienes viven en condiciones de exclusión extrema. “Estas obras reflejan vivencias e historias personales. Nos permiten mirar más allá de lo evidente, conocer lo que hay detrás de cada rostro que vemos en la calle”, señaló Daniela Jiménez, directora de Desarrollo Comunitario de la Municipalidad de San Antonio, al destacar el sentido del trabajo impulsado por los equipos municipales. Jiménez explicó que el propósito no se limita al resguardo físico, sino que apunta también a fortalecer el acompañamiento emocional y social. “El cuidado no solo es físico, sino también emocional. El amor propio también se cultiva”, añadió.
El proceso creativo fue conducido por los monitores Jesús Bustos y Annaís Valderrama, junto a dos profesores del Instituto Comercial de San Antonio, quienes impulsaron los talleres “Piensa y Pinta” y “Cuenta tu historia”. Bustos, antropólogo social, recuerda que la iniciativa surgió con recursos mínimos y mucha voluntad. “Empezamos con materiales básicos y un taller piloto. Los participantes se entusiasmaron desde el primer día, explorando la escultura, la música, la escritura y el dibujo”, comentó.
El título de la muestra —“Hermanos del mismo dolor”— nació de los propios participantes, como una forma de reconocimiento mutuo entre quienes han compartido la experiencia de la calle. “No cualquiera puede llamarse así; hay que haber pasado por lo que ellos pasaron”, reflexiona Bustos. Aclara que la intención nunca fue romantizar el sufrimiento, “esta muestra es una representación honesta de cómo expresan lo que sienten. Son plenamente conscientes de su realidad. Muchos han intentado buscar trabajo, han enviado currículums una y otra vez, pero se cansan de ser rechazados por su condición. El arte que han creado es un reflejo fiel de su humanidad, de su capacidad para plasmar sus sentimientos”.
Durante los meses de funcionamiento del albergue, los talleres se realizaron semanalmente, transformándose en un espacio de confianza y expresión compartida. La trabajadora social Janis Hernández, coordinadora del recinto, subraya el valor humano que surgió de esa dinámica. “Lo más valioso fue que compartieron sus historias de vida, sus dolores y también sus sueños. Lograron visibilizar que están presentes, que existen, aunque muchas veces la sociedad los invisibilice”, señaló.
Hernández destaca además la dificultad inicial para generar vínculos de confianza con personas que han sido reiteradamente excluidas. “Sabemos que es difícil que confíen en las instituciones o en otras personas. Por eso, el hecho de que se hayan entusiasmado, que hayan querido participar y compartir sus vivencias con la comunidad, es un logro enorme”, afirmó. Para ella, este proceso no solo permitió que los usuarios se expresaran, sino que también les dio la posibilidad de sentirse parte, escuchados y reconocidos.
La exposición permanecerá abierta hasta el 15 de octubre en el frontis del edificio consistorial. Más que una muestra artística, “Hermanos del mismo dolor” es un testimonio de dignidad y esperanza, una invitación a mirar la calle con otros ojos: los del arte, la empatía y la humanidad compartida.